TABLA DE CONTENIDOS:
1 SOY UN GARABATO
Un niño o una niña que disfruta de sus dibujos está en un proceso en el que se siente libre de experimentar su existencia.
Los primeros garabatos son
tan importantes como los primeros pasos. A partir de esos gestos, los
bebés van construyendo una sólida estructura sobre la que apoyar su
autoestima.
Si hay en tu vida un
pequeño artista, dale un boli, un gran folio de papel y ayúdale a
empuñar el instrumento lo mejor posible.
Mira su carita, sus ojos
concentrados en aquello que está sucediendo mientras agita su mano,
su brazo y hasta su cuerpo entero. Sus movimientos quedan fijados en
un revoltijo de enredos y rayas que desafían lo efímero del gesto.
Si se para, no surgen
nuevos garabatos, sin embargo puede observar por un tiempo infinito
su obra anclada en el folio.
Para un bebé el infinito
habita en un suspiro.
Igual, después de un
breve momento, se da la vuelta y busca nuevos estímulos para
experimentar el mundo, pero si le damos la posibilidad, siempre
buscará de nuevo el boli para seguir experimentando su rastro vital.
Puede pasar que dramatice
su obra arañando el papel con furia, desgarrando los enredos de
líneas hasta convertir su ímpetu en jirones de papel. Puede pasar
que su trazo sea sutil como una caricia, que sea una sucesión de
trazos parecidos a un tartamudeo o una línea constante que no
quisiera acabar jamás su danza de entresijos.
Pueden pasar muchas cosas
durante este ejercicio de vida, pero hay algo que supone una
constante en este juego del arte: el artista experimenta su
transcendencia, entiende que su Ser puede dejar una huella en el
mundo, afirma su existencia.
El primer garabato es un
momento tan importante de la infancia que, quienes tenemos la suerte
de presenciarlo, deberíamos registrarlo en nuestras memorias de
adultos como algo solemne que poder contar a nuestros pequeños en el
futuro.
Porque si el primer paso
de este ademán, en apariencia inocuo, es entender que tenemos un
impacto en la tierra, el paso siguiente consiste en ejercitar la
intención en un juego de aciertos y errores llamado vida.
A partir de nuestro primer
garabato comenzamos a decidir si nuestro paso por el mundo dejará
una huella de arañazos o un surco de caricias.
Si
deseas completar esta experiencia con un poco de historia contada con
arte ve al siguiente enlace: 1LOS GARABATOS DE MIRÓ
2 ¡NO QUEREMOS COLOREAR, SOMOS CREADORES!
Pido disculpas a todas las personas que han regalado a mis hijas cuadernos para colorear, se lo he agradecido con educación y, poco después, han desaparecido misteriosamente de casa...
Entre las páginas del libro “Cuéntame Cómo Pintar” podrás encontrar las motivaciones relacionadas al desarrollo cognitivo paraeliminar el "colorear" d la vida de tus artistas.
Mientras tanto, en mi entorno la batalla continua, porque no, no es una buena idea pedir a los más pequeños que rellenen formas sin sentido que enseguida aprenden a relacionar con elementos de la naturaleza.
Estereotipar el mundo es un arma maravillosa para criar a seres sin espíritu crítico y convertirlos, de esta manera en espectadores pasivos de la vida que se les ofrece.
Durante la infancia el principal trabajo de los seres humanos es el de descubrir el mundo, ese que percibimos solo nosotros mismos a través de la experiencia personal.
Antes de que la luz llegue a nosotros para mostrarnos las formas de lo que vemos, debemos darnos la oportunidad de experimentar sensaciones agudizando nuestros sentidos para aclarar las tinieblas de lo que aún no comprendemos.
La exploración sensorial es el motor principal del desarrollo en las primeras etapas de los seres humanos. El mundo está repleto de olores, sabores, texturas, sonidos, colores, contrastes entre luces y sombras...
¿En serio quieres obligar a tu pequeño artista a creer que un árbol es verde, una nube es blanca y que el sol es amarillo?
Por no hablar de los álbumes destinados a colorear personajes de películas o dibujos animados, nada mejor para criar seres ligados a la moda del momento, que cambia lo suficientemente rápido como para tenerlos ocupados constantemente si no quieren quedarse atrás...
Y ahora pasemos a los famosos álbumes de mandala que están tan en auge. ¿En serio piensas que hacer un mandala es pasar horas coloreando dibujitos ordenados en círculos? El mundo del Mandala se merece un poco más de consideración.
Nada que objetar a los adultos que deciden adherir a estos álbumes autodenominados “arte terapia”, cada uno es libre de emplear su tiempo como mejor le plazca, pero de ahí a proponerlo a niños pequeños hay un abismo.
Más adelante explicaré la manera de proponer el mundo de los Mandala a los más pequeños, por ahora reitero que pedirles que coloreen este tipo de dibujos es contraproducente y todo lo contrario de terapéutico.
Me entristece en gran medida ese intento de meter a la infancia dentro de la raya, por ello pido de corazón que elimines los contornos del mundo de tus pequeños artistas y les permitas irradiar su luz hasta que cada uno encuentre las formas de su propio universo.
Y si alguien te regala, con toda la buena intención del mundo, un álbum para “colorear” y no quieres que se sienta mal (que tampoco es eso...) permite que tus artistas lo inspeccionen, dales unos cuantos colores y permite que jueguen con él un rato.
Alaba sus garabatos y, sobre todo, celebra con alegría que se salgan de esas rayas sin sentido.
Si alguien intenta reconducir el “desvío” de tus artistas, saca un té y unas galletitas para distraer la atención y explica con mucho cariño que prefieres que el niño/a se salga de la raya porque es más divertido. Con un poco de suerte tu artista se irá hacia las galletas olvidando el álbum y con la excusa de se vaya a manchar lo pones a buen recaudo y listo.
¡Puff! Mañana ya no se encontrará por ninguna parte.
Las niñas y los niños que se asoman a la vida no vienen a colorear nuestro mundo sino a crear mundos nuevos.
¡Dales su oportunidad!
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